sábado, 8 de diciembre de 2018

Colosos oceánicos: la mandíbula gigante del gran iciosaurio, uno de los seres marítimos más grandes del mundo.



 COLOSOS  OCEÁNICOS:  "LA  MANDÍBULA  GIGANTE DEL GRAN  ICTIOSAURIO" , UNO

 DE  LOS  SERES  MARÍTIMOS  MÁS  GRANDES   DE  TODOS  LOS  TIEMPOS



La Naturaleza funda sus bases en la biodiversidad y en  la heterogeneidad. Existen miles de especies, de las que aún en nuestros días, se desconocen una enorme cantidad de datos, sin dejar de lado las que vivieron en pretéritos tiempos. Nos enfocaremos entonces, en el notable descubrimiento realizado por un prestigioso equipo científico, y que a su vez  arroja nueva luz sobre otro enigmático hallazgo realizado hace 150 años.


Los océanos siempre han sido hogar de colosos. Sin la necesidad de soportar su propio peso, los seres marinos pueden alcanzar tamaños y masas muy superiores a los logrados por sus congéneres terrestres.

Su única y verdadera limitación, es la capacidad de nutrirse adecuadamente para mantener esa enorme cantidad de tejidos. De hecho, los mayores animales han sido siempre marítimos, incluso en tiempos de los dinosaurios.

Hoy se considera que el mayor animal de todos los tiempos, ha sido y es la ballena azul, de  unos treinta metros de longitud, y una masa del orden de 130 toneladas.

Sin embargo, el descubrimiento de una "mandíbula gigante" de un ictiosauro, nos coloca frente a un ser increíblemente grande, que rivalizaría en tamaño con la ballena azul.

Con una talla similar a la de ésta, el  ICTIOSAURO (saurio-pez)  podría ser descrito como un soberano absoluto de los antiquísimos mares.

Con un aspecto similar al de un delfín, comenzó a poblar el océano hace 250 millones de años. El cazador de fósiles Paul de la Salle, mientras recorría una solitaria y remota playa, encontró una gran pieza de hueso, en mayo de 2016.

Auxiliado por un grupo de paleontólogos, fue posible ubicar 4 piezas más, que conformaron un enorme hueso fosilizado de un metro de largo, que resultó ser una parte de la mandíbula inferior del  reptil.
El espécimen vivió hace 205 millones de años, se calcula que debió ser un 25 % mayor, que el más grande anteriormente conocido.

Con 26 metros de largo, se movía a 40 kilómetros por hora, y durante 50 millones de años fue el predador más ágil y el más eficaz.
Fue localizado en  LILSTOCK,(Gran Bretaña) y vivió durante el período comprendido entre el Triásico medio y el Triásico tardío.-

Un comunicado brindado por  los paleontólogos participantes, señala que el hueso (llamado surangular) de la mandíbula  inferior, pertenece a una criatura gigantesca, sin duda uno de los animales más grandes del mundo, cuyo tamaño se acercaría al de la ballena azul.

Actualmente se están llevando a cabo excavaciones con el propósito de ubicar un esqueleto completo, para precisar el tamaño exacto de esta especie, y así determinar si en remotos tiempos, existieron animales marinos más grandes que los de nuestros días.


                                        LOS  COLOSOS  DE  LOS  MARES


Hace unos 200 millones de años, roto ya el ancestral supercontinente "Pangea" (que abarcaba todas las tierras emergidas) la plataforma continental Euroasiática, se separó gradualmente de la Norteamericana, y de esa grieta cada vez mayor fue naciendo y creciendo, el océano Atlántico.

Durante este profundo cambio planetario, algunas especies mutaron, (transformándose al influyo de los rayos cósmicos procedentes de estallidos de estrellas supernovas "relativamente cercanas" al Sistema Solar)

Como resultado de  tales mutaciones, los antepasados del ictiosaurio (sauro-pez) se trasladaron al recién formado océano. Estos especímenes ya fueron provistos de un diseño perfecto, concebido para desarrollar toda su actividad vital en el medio acuático.

Los ictiosaurios fueron reptiles marinos diseñados con un aspecto parecido a un pez, o mejor a aún a un delfín, perfectamente adaptados a la vida en el líquido elemento.
Hasta ahora, la medalla de oro era ostentada por el llamado "Shonisaurus sikanniensis" que superaba los 21 metros de largo y con un peso estimado en unas 30 toneladas.
Otro coloso era el conocido "Shonisaurus popularis" con más de 15 metros de longitud corporal.


                                                   EL  ENIGMA  ESCLARECIDO


En 1850 se ubicaron y describieron varios huesos incompletos y de gran tamaño, en la cercana costa de Aust Cliff.  Dichos elementos fosilizados se atribuyeron a ciertos dinosaurios ( tales como el "estegosauro" con grandes placas romboidales sobre el lomo acorazado )  y a varios brontosauros  y diplodocus ( gigantes cuadrúpedos vegetarianos de largo cuello,cabeza pequeña y potentísima cola).

También habían sido encontrados numerosos elementos óseos, que se catalogaron como pertenecientes a "reptiles indeterminados".

La hipótesis de que correspondían a grandes seres terrestres, no se había podido ni verificar ni refutar.
Pero el  investigador de la universidad de Mánchester  DEAN LOMAX, ya  había señalado que en su opinión, los extraños vestigios osificados, pertenecieron a los más grandes monstruos acuáticos que han existido.

El descubrimiento del espécimen ubicado en LILSTOCK, y los nuevos estudios realizados, refutan las identificaciones previas, sugiriendo que  los fragmentos óseos "no identificados", corresponden verdaderamente al Ictiosauro, y dando pues, un espaldarazo a la aseveración del citado experto.

Si esto fuera verdaderamente comprobado, la comparación con la muestra de Lilstock, podría representar a un ejemplar aún mucho mayor.

Los estudiosos señalan que incluso uno de los huesos, sería "surangular de Ictiosaurio". Comparando este hallazgo, con el ejemplar expuesto en el MUSEO TYRELL (Canadá) resulta mucho más grande.



                                                 INFERENCIAS  Y   ANALOGÍAS


 Las diversas variedades de Ictiosauros, conservan proporciones semejantes. Son semejantes en el aspecto, en las mandíbulas, en las aletas y en todas las demás características.


Cuando se logra descubrir una nueva variedad, (por lo general incompleta) su tamaño se calcula sobre la base de las proporciones de las anteriormente conocidas.  Esta técnica ha sido exitosamente verificada con el hallazgo de fósiles mucho más completos, y ha demostrado ser confiable y precisa.


Destaquemos que los vestigios fosilizados ubicados en las playas inglesas de Lilstock, son considerados por la comunidad científica, como un elemento fundamental, que representa un antes y un después, a la hora de identificar huesos semejantes hallados con anterioridad.

Los restos de este coloso, de esta bestia monumental que controlaba el océano, pueden ser muy útiles y provechosos, para evidenciar analogías y develar misteriosos aspectos que presentan  otras osamentas y otros hallazgos, ubicados en distintos lugares del planeta azul que habitamos.
                                           
                                                LA  EXTINCIÓN

Según los especialistas, estos extraordinarios seres desaparecieron del medio marítimo, hace aproximadamente  unos 90 millones de años, (mucho antes de la extinción de los dinosaurios).

En verdad, los Ictiosauros fueron debilitados por el impacto de un "meteoro", el mismo "cuerpo cósmico" que eliminó de los mares del período Jurásico, a  los Liopleurodon,  y en tierra firme,  a  dinosaurios tales como los saurópodos de largo cuello, y al blindado estegosauro de punzantes pinchos en la cola.

Se desencadenaron drásticos cambios climáticos, se registraron variaciones en la salinidad, temperatura y composición de las aguas,  cambios en las migraciones de especies y variaciones en las corrientes marinas.

Los ictiosaurios lograron sobrevivir, (hasta los comienzos del período Cretáceo) pero habiendo sido diezmados, no pudieron recobrar su antiguo esplendor, resultando a la postre devorados y aniquilados, por otras especies de fiereza extrema, mejor equipadas todavía, para la destrucción de sus compañeros en la Tierra.

CARLOS BRUNETTO GARCÍA











domingo, 2 de diciembre de 2018

Primera entrega para un próximo nuevo artículo sobre Reptiles voladores




Cráneos de cuatro pterosaurios, indicativos de diferentes regímenes alimentarios.


a) Pterodaustro: tenía dientes parecidos a los dientes en forma de barba de las ballenas, muy aptos para filtrar  plancton del agua del mar.


b) Anurognathus, un pterosaurio diminuto, tenía dientes en forma de púas, alimentándose de insectos.


c) Era dentado, y se nutría de peces escurridizos y cefalópodos.


d) Pteranodon, era desdentado, aunque parece que comía peces, pues en su caja torácica se han encontrado peces fósiles.





ANUROGNATHUS : Diminuto pterosaurio de apenas 9 centímetros, provisto de cabeza compacta, con dientes como agujas, que pudieron actuar sobre el cuerpo de grandes saurópodos, (como el Diplodocus), desparasitándolos de un modo similar a como hoy lo hacen ciertos pájaros en el lomo de los rinocerontes y otros mamíferos.

Su cráneo, de apenas 2 centímetros, es corto y propio de un pterosaurio primitivo. Su cola, bastaste corta, le proporcionaba una gran maniobrabilidad  para cazar en forma  muy eficaz.

El único esqueleto actualmente conocido, fue ubicado en las calizas de Solenhofen, (Baviera).
Su amplitud alar era de 50 centímetros. Fue uno de los más pequeños reptiles voladores, con un diseño que le permitía una gran movilidad y capacidad de maniobra.
Habitaba en zonas boscosas y en los terrenos ribereños, alimentándose de insectos que salían de la hierba, durante el Jurásico medio.


DORYGNATHUS:  Hace unos 190 millones de años, en pleno período Jurásico, surgió este reptil volador, cuyo nombre significa mandíbula de lanza. Sus abundantes fósiles fueron ubicados en comarcas europeas, particularmente en Alemania.
Su cráneo es alargado, con grandes aberturas para los ojos. Sus dientes eran notables, apuntaban hacia adelante, eran largos, curvos y afilados en la parte delantera de sus mandíbulas.
Resultaban ideales para ensartar a peces y cefalópodos resbaladizos.
Los dientes posteriores eran finos y diminutos, diseñados para asegurar con firmeza su alimento.
Sus huesos eran delgados pero resistentes. De punta a punta de sus alas, medía 91 centímetros.

CARLOS BRUNETTO GARCÍA